CUANDO NO ES ÚTIL EL RETIRO
- Cuando las personas son eminentemente mentales y el paradigma racional es extremadamente fuerte. Hay una desconexión con la tierra y con la energía esencial del corazón. En este estado la mente está demasiada llena, dura o “cuadriculada” y lo mental se proyecta en todas las direcciones, se piensa que no hay nada más por aprender, que todo está dicho y por lo mismo hay una gran necesidad de controlar todo orden de cosas.
- Cuando se lleva una vida eminentemente material, centrado en la vanidad, la apariencia física, en el dinero, en las relaciones superficiales y en lo exterior. Las personas parecen ponerle precio a todo, actúan por interés, se vuelven rígidas y carentes de afecto. Por la misma razón que consideran una pérdida de tiempo autoobservarse y pensar en la posibilidad de aislarse del mundo, habiendo tanto que cuidar y dejando tantas cosas pendientes por hacer.
- Cuando hay un fuerte apego hacia la rutina y la vida ordinaria. Las propias relaciones familiares y laborales se anteponen al desarrollo personal. La persona queda rezagada y desplazada, a fin que las necesidades de los que lo rodean sean satisfechas.
- Cuando se rechaza aquello que no es científico y los prejuicios están a la orden del día. Se percibe el contexto del chamanismo como un mundo primitivo, de charlatanes y al margen de la ley. Así mismo, se consideran las plantas sagradas como drogas dañinas y perjudiciales para la salud, sin haber antes experimentado ninguna forma de uso ritual ancestral.
- Cuando la persona se encuentra muy mal de salud, no es conveniente para un occidental cuando presenta procesos infecciosos, enfermedades crónicas, cardiopatias, problemas hepáticos, estados nerviosos, hipocondría, “burn out”, adicción a sustancias, ludopatías o estados terminales.
- Cuando hay fuertes conflictos personales, depresión crónica, estados psicopatológicos o personas con tratamiento psiquiátrico que exija seguimiento y prescripción médica permanente.
- Cuando se aceptan los problemas existenciales como comúnes y uno termina por convivir con ellos sin resolverlos, dejando siempre pendiente la decision de cambio. Cuya intención puede existir pero siempre se busca una excusa para no avanzar, algo que asume el nombre de “autocomplot”.
- Cuando las personas actúan por motivaciones externas, por complacer al familiar, la pareja o al amigo que los induce a participar de un retiro. No hay una convicción personal auténtica y las situaciones nuevas pueden ser forzadas, superficiales, improductivas y hasta innecesarias.
- Cuando no se desea explorar estados de consciencia no ordinarios, por el miedo a confrontar temores, traumas, muy malas experiencias y recuerdos, que crean pensamientos aplastantes de huida y la decisión final de convivir con las sombras, evitando siempre echar una mirada interior.
- Cuando las personas encuentran comodidad en “disciplinas espirituales” que se ajustan a su falta de tiempo y compromiso, que en muchos casos no exigen cambios importantes, ni esfuerzo, ni pruebas de pasaje de iniciación, ni retroalimentación, ni supervisión alguna.
Autor: Arnaldo Quispe.