AYAHUASCA, MEDICINA DE LA APERTURA DIMENSIONAL

AYAHUASCA: MEDICINA DE LA APERTURA DIMENSIONAL
Autor: Psic. Arnaldo Quispe

Siempre me pasa por la cabeza ideas como que hay algo más evidente que la realidad; es más, que hay un cósmos dentro de otro y así sucesivamente; que hay una matrix y dimensiones paralelas existentes en diferentes planos, etc. Para este artículo me voy a permitir etiquetar dos planos dimensionales conocidos y ampliamente tratados por la literatura psicológica: lo consciente y lo inconsciente. Por lo que todo aquello conocido, recordable, lógico, estructurado y real en tiempo presente, representa lo consciente; y todo aquello que no, lo inconsciente. El plano de lo inconsciente es aquello que siendo parte de nosotros, vive en nuestro interior sin darnos cuenta. El archivo de este plano contiene una gran base de datos y es la fuente de toda la información original.

La ayahuasca (banisteriopsis caapi) es una planta, que una vez ingerida permite la apertura del canal del inconsciente, entrando en juego factores que normalmente no corresponden a un órden lógico. Así mismo, es una planta milagrosa que permite conectarse con el inconsciente, con ese universo perdido, ilógico y sede del gran complejo informativo original, por esa razón es considerada como una planta “puerta” que permite el paso de una realidad a otra paralela, a la gran realidad universal; con la planta madre se logra tocar y atravesar la puerta de una dimensión a otra y se logra explorar las profundidades del incosciente sin desligarse del canal consciente. Por increible y absurdo que parezca en estado de “trance” con ayahuasca, la persona mantiene un estado de vigilia reducido. Esa conexión es la que permite después regresar del viaje emprendido. La madre planta como se conoce a la ayahuasca, permite recorrer esa dimensión inconsciente sin perder de vista la realidad en que uno vive. El viaje no es total. Pareciera una suerte de “psicosis” de gabinete, en donde uno se da cuenta de su locura y logra tener el poder de suspender el estado de trance a voluntad. Lo inconsciente representa el ingreso en el nuevo mundo, donde no hay tiempo, espacio, ni órden lógico, muy similar al sueño. El material inconsciente olvidado parece desconocido, pero es real en la otra dimensión y ver implica integrar éstos elementos perdidos muy íntimos, que luego fortalecerán el mecanismo de curación desde el interior: “Darse cuenta de un mundo en donde no hay sentido, es darle sentido a un mundo del cual uno no se da cuenta”. Las personas tienen un rol dentro del más allá, el recorrido es largo, estimulante y enriquecedor sobre esas fuentes de información original.

Como he dicho en el párrafo anterior, en la mareación con ayahuasca la conexión con el mundo de los vivos no se pierde, de hecho cuando uno desea renunciar a seguir explorando solo tiene que conectarse a la realidad cosciente, pedir ayuda o “huir hacia la salud” -esto no quiere decir escapar, quiere decir “recuperar el control”-. Hay un hilo de noción que ayuda en casos de emergencia, yo le llamo “hilo de salvataje”, el “1%” que permite regresar, puesto que con esa conexión uno puede retornar a la vida consciente, simple y común. Este recurso de emergencia de regresar, sucede a menudo cuando la experiencia de trance es fuerte o insoportable para el iniciado. Los viajes fuertes ocurren cuando la planta ha entrado en contacto con el universo cósmico de la vida y el trance que es una suerte de simbolismo en un mundo desconocido, puede causar pánico. La mejor manera de enfrentar un viaje fuerte es dejar que los hechos (“visiones”) sucedan, que el material se procese sin mayores resistencias, se dice en el chamanismo amazónico “dejarse llevar”. Puesto que en el fondo no hay nada que perder y muchas veces el miedo que en un primer momento paraliza, pasa a ser una fortaleza personal, que en el momento dado se transforma en tenacidad y coraje. Después de todo la persona retornará a su vida común una vez que los efectos de la sagrada planta teminen. El recuerdo del viaje será latente en la memoria presente, por lo que podrá trabajarse a fin de integrar sus diversos contenidos.

Alguna vez hemos de escuchar aquello que representa una “muerte simbólica” en plena sesión de ayahuasca. Los curanderos ayahuasqueros aseguran que toda muerte (simbólicamente hablando), es el comienzo de algo, algo así como el inicio de un nuevo ciclo. Si en la sesión uno tiene visiones de muerte, tendrá que entender la naturaleza de la muerte como continuidad de la vida. La muerte es un estado que permite el camino de retorno a la fuente y la muerte simbólica con ayahuasca es considerada bajo esta óptica como positiva, regeneradora y hasta necesaria. Una parte muere para dar vida a otra y así regenerarse: muerte psíquica. Verse morir es una visión-regalo que la ayahuasca nos ofrece, pero que debe entenderse bajo este paradigma, como renacimiento vital: la vida se hace paso. La muerte significa dar paso a un nuevo ciclo, cerrar un capítulo y abrir otro, pasar de una etapa a otra, dar el salto, cruzar la frontera y encontrar el sendero perdido que permite un mañana más auténtico, sano, puro y original.

La ayahuasca es una planta que permite transitar desde las fronteras de las emociones en su estrecha relación con el cuerpo. Permite auto-observar este nivel, mover las piezas del rombecabezas afectivo, en donde las emociones cobran vida, dimensión, forma y color y es posible reorganizarlas. En la sesión cuerpo y mente emocional se desdoblan, lo cual si bien es cierto es una ilusión, da la impresión que van por cuenta propia y pareciera que hay división, pero no es así. Por momentos la mente se aleja y el cuerpo responde con su propio lenguaje. La mente emocional parece liberarse y abandonar el cuerpo y viajar a las profundidades del inconsciente, y el cuerpo que es su instrumento material, se conserva conectándose a la esencia de los elementos. La ayahuasca es una planta yin, femenina, de la madre tierra (pachamama), por lo que el cuerpo se suspende en la esencia del elemento tierra, aguardando el retorno del comando de la mente emocional.

En la sesión de ayahuasca, hay un antes y después en relación a los efectos del trance. Normalmente las visiones de ayahuasca se presentan en ese estado de trance, fuera de él el pensamiento consciente proyecta imagenes a voluntad. Muchos pensamientos son confundidos como visiones. Cuando la mareación es muy lenta y las visiones no llegan, la mente consciente resuelve por autogratificarse y refrescar el pensamiento con imagenes o escenas de la vida cotidiana. Lo mismo sucede cuando los efectos de la mareación han terminado, por las horas que el convidado pasa sentado en la sala de sesiones, suele repasar conscientemente imagenes que luego narra como visiones de ayahuasca. Esto es común. Los chamanes y terapeutas transpersonales lo saben, pero no descartan el contenido proyectado, pues se trata de todas manera de un material a trabajar. Del mismo modo, una mente muy dura, muy llena o estructurada (muy “cuadriculada” decimos), impide que la planta germine en visiones. Desde mi experiencia personal, todos los elementos presentes en la sesión de ayahuasca, son originales para el convidado y representan el material esencial a analizar, pero hay que evaluar dicho material y diferenciar entre aquello que representa el efecto de la planta (purga y visiones) y aquello que es un artificio mental y que constituyen muchas veces simples proyecciones conscientes. No se trata de minimizar este “pseudomaterial” consciente de ninguna manera, pues es parte de la sesión, pero sirve para establecer en el futuro pautas para una mejor dieta previa a la ayahuasca, a fin de desbloquear el canal visionario. Si las personas aseguran ver vírgenes, santos, Cristos que dan la mano, o Budas que nos hablan, habrá que respetar dichas divagaciones, pero en el fondo sabemos que casi siempre se tratan de proyecciones conscientes no causadas por la planta madre, pero son parte de la sesión chamánica.

En condiciones normales la ayahuasca por su composición o orígen permite el ingreso al universo mágico amazónico, donde suelen presentarse elementos de dicha cosmovisión. En ese sentido, es común que la persona pueda tener visiones con jaguares, serpientes, hormigas, insectos de mil formas y colores, bósques vírgenes, tierra húmeda, “cochas”, nativos amazónicos, con los cuales previamente no se ha tenido contacto. La selva deposita en la liana reptadora parte de su esencia y con ella uno logra entender los diálogos del bosque tropical, sus melodías infinitas, una tierra que vive y respira, árboles gigantes que parecen hablar entre sí, un órden cósmico dentro del aparente desorden. Se dice entre los chamanes que las personas que describen este tipo de visiones en lugares de la selva donde nunca antes han visto o pisado, que son tratadas muy bien por la planta madre. Esto se llama en el bósque “apertura dimensional” y es la puerta que se abre cuando la ayahuasca se enraiza en uno.

Cuando la enfermedad y el dolor se materializan en el cuerpo, esto toma la fuerza de energía humana maligna (“daño”), vive y se impregna en todo el sistema energético humano. Los maestros ayahuasqueros creen que todo mal debe ser expulsado simbólicamente de la misma manera como ingresó, pero esta vez –en las sesiones con plantas- será expulsado a manera de vómito o diarrea, de arcadas y escupitajos, de sudor y sonidos. Generalmente el material psicoemocional contenido en la memoria del inconsciente, se trata de material no resuelto, encubierto, oculto, olvidado, incompleto o peor aún asume la forma de imagen de evento traumático. La expulsión del mal equivale a su integración consciente, el dolor y sufrimiento que emerge se teatraliza, se expresa y con ello el mal se manifiesta y sale. La planta madre parece repeler y especializarse en ese sentido, buscando en el cuerpo el último rastro energético de enfermedad. Esto representa una suerte de desahogo en todos los niveles conocidos, la psicoterapia común le asigna el nombre de “catarsis” a este evento de liberación. Pues congruentemente en la medicina tradicional amazónica hay catarsis cuando se elimina un contenido traumático materializado en vómito y la sensasión luego de esta expulsión es terapéuticamente integradora, confortable y de bienestar.

En las sesiones tradicionales de ayahuasca las variables siempre son controladas, variables propias de un sistema de medicina que exige limpieza, respeto, puntualidad, cuidados, preparación del cuerpo y de la mente, ayuno, abstinencia sexual y a sustancias tóxicas, horarios, contexto y ritualidad ceremonial. No hay lugar a sesiones ligeras (“light”), libres, ni autoconsumo a manera lúdica. Por desgracia, la ritualidad de esta medicina poco explorada y entendida en occidente, muchas veces no viene siendo tratada con respeto fuera del contexto amazónico. Por otra parte, la gran limitante del acceso de las plantas maestras al mundo occidental, obedece al propio sistema médico convencional, que aplasta todo intento de innovación al conocimiento empírico, no científico. Por absurdo que parezca, numerosos científicos, médicos e investigadores terminan por experimentar y entender que plantas como la ayahuasca conforman un sistema de medicina que solo puede generar salud y bienestar, si el contexto en el que se participa es el ideal. Estas personas podrían darse cuenta de las bondades de la ayahuasca y hasta aceptarlas, pero las leyes en occidente están sobre la mesa, son determinantes y difícilmente cambiarán.

Fuente: www.takiruna.com